Stanley es acusado de robar unas zapatillas de un famoso jugador de béisbol y lo condenan a ir al Campamento Lago Verde. Allí, el castigo consiste, además del calor, la sed y las incomodidades, en cavar un hoyo diario de metro y medio por metro y medio, bajo la atenta mirada de Vigilante. Allí, Stanley se hace amigo de Zero, al que, además, enseña a escribir. Esa amistad conjurará la mala suerte que la familia de ambos siempre ha tenido, causada, precisamente, porque los antecesores de los dos chicos no se ayudaron en su momento. Lo curioso es que el verdadero ladrón de las zapatillas fue Zero. Además, Vigilante obligaba a hacer los hoyos para encontrar un tesoro que, al final, encuentran los niños.